Desde que tengo memoria he querido pertenecer a lugares, o con personas, donde he tenido que quitar pedazos de mí para caber. Tengo un gran conflicto con el querer encajar, o querer pertenecer. Creo que nadie encaja del todo con nadie, ni nada. Y tampoco nos pertenece nada, ni nadie.
Me he esforzado tanto en momentos que he olvidado quién quiero ser, me he limitado a personas o he cambiado mi forma de ser de vez en cuando para sentir que “soy de ahí”.
¿Cómo sabemos a donde pertenecemos? Si la vida cambia constantemente, si todo nuestro alrededor y la gente que un día creímos conocer como la palma de nuestra mano, un día nos muestra una cara que no conocemos y decidimos que no nos gusta. Que no encaja con nosotros. Nos sentimos fuera de lugar.
Hace un par de meses perdí una amistad que yo podía jurar me iba a durar toda la vida, pero oh sorpresa, no hemos hablado en 3 meses, y la última vez que hablamos fue para arreglar las cosas y jamás volvimos a saber nada una de la otra. Esto pasó porque yo ya no me sentía en paz estando con esta amistad, me sentía fuera de lugar. Estando con esta persona tenía que quitar pedacitos de mí poco a poco para seguir perteneciéndole a esta amistad. Nunca me di cuenta hasta que un día no quité pedazos de mí, y ni ella de los suyos, y simplemente dejamos de hablar.
Aquí también entra el desprenderse de esta idea errónea (según yo) de que toda la vida seremos de los mismos, aunque cambiemos de mundos.
Pero es que nunca nos vamos a llegar a conocer al cien por ciento, porque de un año a otro parece que somos personas completamente distintas, es que todos cambiamos, todos evolucionamos, y el querer condenar a alguien o a algo con tal de seguir encajando se me hace un crimen.
Parece que nos condenamos a nosotros mismos cuando elegimos qué queremos ser, quiénes seremos en unos años, y dejamos todas las otras posibilidades guardadas en una caja en estantes que se llenan de polvo.
En un punto yo tenía muy en claro lo que quería hacer o quién quería ser, y un día se me hizo fácil cambiar de decisión. Me sentí desesperada y frustrada porque yo estaba segura de que ese sueño me pertenecía y ese “yo” de 10 años en adelante era quien encajaba con mi “yo” de ahorita. Y en esa lucha de querer moldearme para encajar en ese sueño me perdí más de lo que hubiera querido.
¿Por qué es tan difícil volverse parte de algo más? Es más difícil cuando no tenemos un concepto claro y positivo de quiénes somos, y aún más si nos creemos incapaces de generarlo. Nos volvemos inmunes a las dudas y al desconocimiento. No dejamos que esa luz brille llenando vacíos en el intentar encajar, pertenecer, y moldearnos al entorno.
Anhelamos (o al menos yo) que alguien volteé, nos vea como somos y nos quite el maquillaje que llevamos puesto.
Creemos que no es suficiente encajar con uno mismo, ser de nosotros y ya. Nos genera un abismo de preguntas como por qué nadie encaja conmigo, o por qué no pertenezco a ningún lugar. Y esto no acaba en otra cosa más que en un ciclo donde intentemos rebajarnos ciertas medidas que dicta el mundo.
En el libro de Persona normal de Benito Taibo, un capítulo se llama De donde soy y a donde pertenezco y empieza con esta frase que me resonó mucho: “Uno no es de donde es, sino de donde quiere ser… Soy de donde haya alguien que sonría, que me dé la mano, que me bese. Soy de donde son los que resisten, sobreviven, los que se quitan un pedazo de pan de la boca para dárselo al otro”.
Llegué a esta pequeña conclusión. Soy de las risas de mi mamá, y de sus lágrimas. Soy de la gente que te espera cuando aún sigues guardando tus cosas, y soy de la gente que respeta mi silencio. Soy de todos esos paisajes que una vez vi y de los ríos donde el agua corre sin perdón. Soy de donde sienta paz, aunque eso signifique abandonar personas o cosas, y soy de los libros que llenan de emociones. Soy de la música que me hace cerrar los ojos y de los sueños que salen y cambian cada día.
Que cierre tan hermoso 💕
Gracias por compartir esto, es muy valioso darnos cuenta cuando nuestro camino ya no es el mismo que queríamos antes y que quizá la compañía que necesitamos en este momento también ha cambiado. Y me encanta ese libro de Benito también 🧡